miércoles, 20 de junio de 2012

Todo gira y gira


La vida al parecer es un eterno retorno. Semejante conclusión ha devenido tras mis casi 29 años, y no es porque los borceguíes se hayan puesto de moda nuevamente, sino porque tras haber aspirado, desde la niñez, mi independencia, la libertad de mi soledad, recorrer los recovecos de un espacio donde mi obsesión por lo vintage no fueran objeto de desprecio alguno, convirtiéndose en una persecución sin tregua; sin embargo, en este instante lo único que aspiro es encontrar alguien que llene todo ese espacio ganado tras una batalla en la que no estoy segura si existe ganador.

En esos momentos de pura iluminación caí en la cuenta de que a medida que la juventud, ese espíritu juguetón y despreocupado, ese cuerpo sin celulitis, sin barrigota, sin manchas y patas gallo, se va desvaneciendo lentamente también lo hacen esas ansias de ser para siempre un lobo solitario que no le rinde cuentas a nadie.

El esplendor de la lozanía es como una franja peatonal en el centro de Asunción, prácticamente imperceptible, la energía para depilarse, ponerse tacos y vestidos es comparable a la de un panel solar en día de lluvia, y las mañas son peores que las de un Volkswagen escarabajo. Y bajo tales circunstancias, esperamos a que  un Isaac Lamb aparezca y nos cante Marry you; y esa es, sin dudas, una empresa con pocas expectativas de éxito.

Me pregunto, ¿Dónde están esos príncipes adorables? ¿Por qué todos los que conozco son puros sapos? Y entonces, en otro acto de total y profunda concentración me vi al espejo y como el cuento de Blancanieves, no vi a la mujer más hermosa sino a una bruja que dejó que el tiempo y el abandono vencieran. Si hay un príncipe buscándome es natural que no me haya encontrado.

La soledad es asombrosamente atractiva hasta que te empezás a sentir realmente solo. No es que quiera renunciar totalmente a ella, no podría, pero todo exceso es malo y toda conquista lograda se convierte irremediablemente en algo aburrido e insulso.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Hombres y Zapatos


Las mujeres somos sentimentales, vulnerables, pero también somos en extremo consumistas.

La moda es algo que nos apasiona, y aunque a veces levantemos la bandera de: Me cago en lo fashion, la verdad es que matamos por un par de Jimmy Choo o de Louboutin.

Cuando de atuendos se trata para una mujer no existe límite, nunca se tiene demasiado, sino que más bien se da la escasez, sobre todo cuando se refiere a algún evento especial.

Nada más agobiante que tener una fiesta de casamiento en puerta.

Aunque tengamos una colección al más puro estilo Paris Hilton, nada será apropiado, ni harán una perfecta combinación para el momento único al que vamos a asistir.

Cuando se nos da por organizar el placard solemos encontrarnos con vestidos que ni siquiera recordábamos que existían, que habremos usado una vez, y del que no nos desprenderemos por nada del mundo, porque el saber que está allí por si surgiera un imprevisto (aunque sabemos a ciencia cierta que eso no sucederá) nos hace felices.

Idéntica situación nos pasa con los hombres, con esos pretendientes, admiradores, a los que nunca dimos chance, que dejamos a un costado pero a quienes recurrimos cada vez que nuestro ego, autoestima o corazón se quiebra.

Esos que nos complace saber están allí, inmóviles en el banco de suplentes esperando a que la tarjeta de crédito se rompa, esté en rojo o se pierda, y no podamos salir a comprar nuevos pares de zapatos.

Esos calzados que nos gustan pero que no usamos jamás, hasta que los vemos puestos en otros pies, luciendo tan lindos que desesperadamente queremos estrenarlos, entonces es que el corazón se estruja al saber que ni a fuerza de vaselina podremos calzarlos.

Todos los modelos tienen un tiempo de auge, fueron hechos para un momento específico, y sin importar las veces que vistan nuestros pies, incluso si no lo han hecho jamás, desde el momento en que fijamos la mirada en ellos, una conexión se sucede, una que no querríamos perder aunque tengamos unos soñados Manolo Blahnik.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Miedo a Brillar


Muchos años atrás, cuando parecía un pollito mojado y asustado, una de las personas más importantes de mi historia, compartió conmigo esto y me hizo sentir tan bien, y sigue teniendo el mismo efecto ahora que lo releo, con el plus de recordar el bellísimo corazón que dejó su marca indeleble en mí.

Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados.
Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos más allá de cualquier medida.
Es nuestra luz, no nuestro lado oscuro lo que más nos da miedo.
Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿quién soy yo para ser brillante, bello, con talento y fabuloso?
En realidad, ¿Quién eres tú para no serlo? Eres una hija de Dios.
El hecho de que juegues a ser insignificante no le sirve de nada al mundo.
No hay nada de iluminado en encogerse para que la gente a tu alrededor no se sienta insegura. Se supone que todos tenemos que brillar, tal como lo hacen los niños.
Hemos nacido para manifestar la gloria del Dios que tenemos dentro.
Y no, esto no está sólo en algunos de nosotros: está en todos. Y así cuando dejamos a nuestra luz brillar, inconscientemente estamos dando permiso a otros para hacer lo mismo.
Y así cuando nos liberamos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a otros.
Nelson Mandela

miércoles, 19 de octubre de 2011

Yo por acá, vos por allá..


- ¿Por qué estabas pensando en mi?

- Siempre pienso en vos cuando las cosas no están yendo muy bien

A veces una película puede caer caprichosamente en ese momento de tu vida sólo para retratar las beldades y miserias por las que pasas, en la mayoría de las veces, al mismo tiempo.

Last Night lo hizo conmigo, y aunque hay mucho planteamiento que hacer, esta vez sólo me quedo con esa circunstancia que expone Joanna, recordar a alguien en un espacio emocional y temporal específico, cuando sentís que algo empieza a apestar.

Esa manía, que aún no puedo determinar si es sana o no, de pretender quedarse únicamente con lo bueno es un arma de doble filo, capaz de hacer cortes imperceptibles cada vez, hasta que la carne no lo resiste y se desangra.

Y me pasa, pienso, rememoro el pasado como si de un cuento de hadas se tratara, relegando cuestiones profundas que hicieron que aquello no funcionara y los caminos finalmente se bifurcaran.

Y esa persona que te dolió más que nada en la vida, es la que sin dudas amaste con mayor intensidad y de una forma que no se volverá a repetir, porque simplemente no podrías salir vivo.

Recordar a veces es un espejismo de lo que creímos que fue o la fantasía de lo que hubiéramos querido que fuese, un laberinto en el que preferimos no hallar la salida y girar incansablemente, aunque hayamos hecho muchos kilómetros en ese nuevo sendero que también nos trae felicidad, pero una muy distinta.

¿Revivir a los muertos en momentos difíciles indica que no lo hemos superado?

Mi respuesta es bipolar, a veces siento que sí, otras que no. Lo cierto es que esa caja de Pandora se abre de tanto en tanto sólo para conocer el sabor de las lágrimas.

lunes, 23 de mayo de 2011

Exploradores inadvertidos


Sin planearlo, sin percibirlo se nos abren las puertas de alguna dimensión desconocida, y somos pilotos de vehículos exploradores, como el Viking 1, intentando conocer, entender y desmantelar enigmas, algunos de los cuales nunca serán del todo develados.

Marcamos territorio, pretendemos dejar huellas que persistan hasta la posteridad, sellar con fuego nuestros nombres, la manía de ser el primero o el mejor.

Los seres humanos somos galaxias enmascaradas de frivolidad y simplicidad, guardándonos ese millar de estrellas de las que estamos compuestos, hasta el momento en que un Azophi revele la inconmensurable belleza que ocultamos a la vista de quienes no saben mirar más que con los ojos.

Sin discusión alguna, guardamos con celo aquello que mas preciamos, nos enroscamos al punto de que aquel que desee descubrir deba recurrir a telescopios que permitan de forma invisible examinar la hermosura que poseemos.

Cuando corazones tan brillantes se desnudan ante mí, es inevitable que me pregunte: ¿Por qué invertimos tanta energía en ocultar ese maravilloso universo?

No me puedo explicar cómo el sentir, las emociones, se convirtieron en monedas tan bajamente cotizadas, que preferimos ignorar y seguir el ritmo desaforado de la frivolidad.

Hoy, divisé una galaxia encantadora, una que tímidamente muestra sus matices, y que me agradaría todos pudieran disfrutar de la calidez de su luz.

martes, 17 de mayo de 2011

Después de la tormenta, viene un posteo


Que el pasado muerto entierre sus muertos, decía Henry Longfellow Wadsworth, y ayer uno de esos que decidí enterrar desfiló ante mis ojos, tan vivo como el día que lo conocí.

Cuando mis vestiduras hablaban de mi luto, creí no soportar la realidad de que los caminos se bifurcan incontables veces y que irremediablemente los destinos de quienes consideramos son nuestro eje gravitacional, terminan por andar rumbos distintos al que elegimos.

Carreteras rápidas que conducen a lugares abismalmente distantes y que comparten el mismo sitio paradójicamente, ese es el mundo en el que debemos desenvolvernos, y el temor a flaquear es grotescamente grande.

Sobreviví. Mejor aún, acepté cara a cara, que las decisiones tomadas, espontáneas o forzadas, eran la mejor opción. La serenidad y paz que traen consigo estas fortísimas experiencias son, indiscutiblemente, un pedazo de cielo en este inmundo universo de banalidad.

Asentada en este nuevo estadio, uno que se va desplegando paulatinamente, que me va mostrando rostros amables, manos cálidas y la sabiduría empírica que el látigo de la vida les ha dejado, componen una nueva melodía en mí, sin dejar de ser la misma canción.

Segundos en los que mi cabeza disparaba incesantemente ideas, vino una a flote, trillada quizás, pero que recientemente un nuevo amigo, uno que desearía perdurara más que uno de mis ciclos, me espetó con claras intenciones de manipulación: “Uno debe arrepentirse de lo que no hizo”.

Empero, uno se arrepiente con grosera pasión de ciertos sucesos, la diferencia entre arrepentirse de lo que no se ha hecho de lo que sí, es que en el primer caso, uno se queda con la duda enclavada en la sien de lo que hubiera sucedido, hasta convertirse casi en una utopía, y en el caso de lo hecho, cuando el arrepentimiento acude, es que ya no tiene remedio.

Cuando las cosas no encajan con nuestras fantasías, cuando una verdad nos sumerge en océanos de frustración, no existe diferencia entre hacer o no hacer, siempre moveremos las piezas del tablero, montando escenarios diversos para ver si alguna vez el resultado varía, sin embargo, como en las ciencias exactas, en ocasiones, el orden de los factores no altera el producto.

sábado, 23 de abril de 2011

Me puse cursi..



Hay días en que pareciera estar dentro de aquel cuento de Charles Dickens, y soy un Ebenezer Scrooge, a quién ciertas situaciones le traen a la memoria el pasado, la forma en que actuamos o en que simplemente no lo hicimos, ya sea por orgullo, miedo o egoísmo.
Las personas no cambian me han repetido hasta el hartazgo, entonces podrían explicarme, ¿por qué experimento cambios sustanciales en mí?
No siempre se puede rectificar lo hecho, los proverbios lo han proclamado desde siempre, hay cosas que no pueden volver atrás, y una vez que lo echaste a perder sólo te queda la esperanza de no volverlo a cometer, sin que haya ningún tipo de garantía al respecto.
Me encuentro en un período de liberación, una transición de crisálida a mariposa, al menos eso deseo, y en este proceso agudizo el olfato al momento de elegir las personas quienes estarán cerca de mí en este transe.
Admito que soy bastante elitista, pero menos radical ahora, empero, esta selección es fundamental porque necesito gente que alimente mi espíritu, que fortalezca mis ansias de viajar más ligero, que me empuje a dejar atrás los vicios y las manías, y se produzca ese gran acontecimiento similar a la caída del muro de Berlín.
Cuando una ficha cae, el efecto dominó es inevitable, ante eso la mejor idea me pareció que era ignorar, callar, y no hubo momentos volcánicos, la procesión siempre fue por dentro hasta que el Caballero de las Sombras sobrepasó mis límites y me sacó a fuerza de mi letargo autoimpuesto.
Las emociones me poseyeron y fue un como un Tsunami que arrastró todo a su paso, no supe manejarlo y me herí a mí misma, a quienes quiero, y sobre todo perdí aquello que más amo.
Sin dudas, para ganar algo se deben perder otras, y aunque los vacíos que te dejan las pérdidas no se pueden llenar con nada, es gratificante toparme con personas que me hacen sentir bien, que sin imaginarlo impulsan las velas de esta embarcación.
Las experiencias aportan algo, de una forma dolorosísima a veces, pero aún así, es mejor vivirlas a limitarse a ser meros espectadores de este gran montaje que es la vida.
Gracias a esos que amplían mi horizonte cada día y no dejan que me pierda de las vistas increíbles que ofrece el camino.

viernes, 25 de marzo de 2011

Los Fumancheros Mayas


El domingo pasado, en el prime time de un canal de aire pasaban El Día después de Mañana, y fue inevitable asociar la ficción con lo sucedido en tierras niponas. Desastres naturales devorándose ciudades enteras.

Inexorablemente me pregunté: ¿estará próximo el fin del mundo? ¿Vivimos los santos últimos días?

Claro que este planeta tierra vive postergando su desaparición, se ha pregonado su extinción desde el momento mismo de su creación, y aquí seguimos, esperando a ver si los mayas le dan al blanco y esto se esfuma en el 2012.

La paranoia del 2012 2012, o 21 según algunos, se desató con la película de Roland Emmerich y protagonizada por John Cusack, llamada…a que no adivinan, sí 2012!

Confieso que no la he visto, así que no tuve más remedio que ponerme a investigar acerca de estas profecías, realizadas por una de las civilizaciones mas avanzadas de la antigüedad.

Me declaro una escéptica en cuestiones relacionadas a la futurología aventurera, así que a medida que leía mi ceja izquierda se levantaba en señal de desconfianza, será también por que recurrí a un artículo que lleva por título: Las Falsas Profecías Mayas.

La cuestión es que según estas predicciones el Sol recibiría un rayo proveniente del centro de la galaxia y emitiría una inmensa «llamarada radiante» que transmitiría esa radiación a la Tierra y al resto del sistema solar. Este evento precedería al comienzo de un nuevo ciclo cósmico. En síntesis las catástrofes nos van a engullir.

Repito, mi incredulidad hacia estos cuentos es absoluta, empero, comencé a darle un poco de crédito cuando veo que María Teresa López está en la televisión, el tráfico consume tu alma, un mosquito activa el botón de Emergencia, tenés que pagar por estacionar en la calle, el bicentenario es la excusa del despilfarro estatal, Luis Miguel mueve 50.000 personas y abundan los abogados.

Si esas no son señales del más nefasto Apocalipsis, ya vivíamos en el infierno y no nos dimos por enterados.

Es la ley de la jungla, donde llegar a salvo a tu hogar es una victoria, porque significa que sobreviviste al tsunami de limpia vidrios y vendedores ambulantes, a los caminos destruidos por el terremoto de ineficiencia municipal, a la radioactiva clase política, al calentamiento global de un falso Mesías que hace de Presidente, a las réplicas sísmicas provocadas por buses chatarra y a la invasión de un odioso enjambre amarillo.

En general, estamos acostumbrados al caos constante, a vivir al límite día a día, sumergidos en batallas interminables. Estamos inmunizados al dolor, la hecatombe humana y el destrozo de la naturaleza.

Ante nuestros ojos un mundo organizado, respetuoso y en armonía, en el que cumplamos las leyes, Larissa Riquelme pueda convertir reales a dólares y Cerro Porteño salga campeón de la Libertadores, sería la más clara señal de que estamos ante principio del verdadero fin.

viernes, 11 de marzo de 2011

Efímeros relatos de una mente en clase


Esta semana en una de mis clases me dieron unos 15 minutos para realizar una redacción acerca de algo que pareciera ser insignificante, pero que sin embargo, resulta ser de vital importancia para llevar a cabo grandes cosas. Decidí hablar de una de mis tantas adicciones, la piedra filosofal de mis días. La inspiración no fue abundante, no hubo tiempo de corregir, pero para actualizar después de tanto, pues aquí se los dejo.


La modernidad convirtió en una vorágine nuestros días. El reloj con el paso acelerado no deja espacios a la contemplación y el disfrute de la simplicidad.

Correr es el modus operandi cotidiano, y nuestros actos son mecanismos impulsados por la inercia. En ese ritmo alocado que arranca tras el sonido terrorífico de un despertador, existe un instante en el que la rutina se transforma en encuentro delicioso, los segunfos renuncian a ser kamikazes y se detienen a observar el espéctaculo que conmueve mis sentidos.

La calidez al tacto, dejando atrás la frialdad robótica de mis movimientos, el aroma que se impregna y acapara mi nariz, el color oscuro que penetra en mis ojos de forma hipnótica y el sabor fuerte y empalagoso es mi despertar idilico.

La complicidad perfecta entre nosotros hace de mis mañanas una preparación ideal para afrontar desafíos, y por ello es que debo confesarme; el café matutino es mi VICIO!

lunes, 14 de febrero de 2011

San Valentín. The True Story, behind the scenes..


Se vivían tiempos difíciles en una pequeña ciudad llamada Merchandising, la depresión económica que azotaba había convertido los días jueves, lunes y martes en días negros, y ante tal desesperación los habitantes buscaron escapar con Crack.

En el momento en que uno empieza a sentir cómo la necesidad en todas sus formas da un paseo morboso por el cuerpo, uno es capaz de cosas impensadas, incluso hasta la traición a uno mismo.

Esto ocurrió a un par de amigas, María Magdalena y Lisia, ésta última bautizada originalmente bajo el nombre de Mesalina, Lisia vendría a ser el nombre artístico que adoptó después.

Ambas jóvenes eran voluptuosas, rozagantes y honorables; sabían coser, bordar y abrir la puerta para ir jugar. No se imaginaban que esas tardes apacibles contemplando al astro rey perderse en el horizonte, con esos colores rojizos intensos habrían de convertirse en lujuriosas fiestas.

Cuando el concierto orquestal que daban sus estómagos era ensordecedor, María Magdalena y Mesalina decidieron que debían encontrar algo lo suficientemente eficaz como para alimentarse, y lo único que poseían eran sus cuerpos, por lo que decidieron ponerle precio.

Como la ofrenda del cuerpo les parecía vulgar y vacía, creyeron conveniente pensar en algo más que ofertar, algo que las diferencie de las demás; fue así que la casa bautizada por ellas como Golden Tongue, ofrecía no solo placer, sino AMOR.

Al poco tiempo se percataron que los hombres deseaban amar, la entrega del corazón de una mujer suponía más poder y excitación que la mera entrega de un cuerpo hueco de emociones.

Las dos se fueron descubriendo así mismas a medida que más hombres las desvestían, y sus encantos se convirtieron en armas fulminantes bajo los cuales caían apilados ésos débiles individuos.

Hasta que Claudio apareció en la vida de Lisia, quien a fuerza de rosas, pues poseía un inmenso jardín, conquistó a la codiciada mujer que abandonó por un tiempo la rentable actividad que ejercía.

Tras el precedente de Claudio, los caballeros que carecían de jardín acudían a Lisia a fin de que ella, a cambio de unas monedas, les proveyera de las rojas rosas, ansiando conseguir lo que Claudio y conquistar definitivamente el corazón de María Magdalena.

Lisia además volvió a explotar sus habilidades de costura y bordado, y fue fabricando distintos obsequios para María Magdalena que nunca se dejaba convencer pues se llevaba el 40% de las ganancias.

Un día un hombre autoproclamado Dios del amor, de nombre Cupido, llegó a la ciudad para demostrar que no necesitaba adquirir nada para ganarse a María Magdalena, sin embargo, ante tantos intentos fallidos decidió robarse su corazón de forma drástica, por lo que tomó un arco y una flecha, la atravesó con ella y la descorazonó.

Fue un 14 de Febrero, de un año desconocido. Lisia al enterarse de lo acontecido sollozando exclamó, vaya Valentín.

Decidió conmemorar ese día cada año siguiente vendiendo corazones de terciopelo, eso que San Valentín tanto deseaba. Lo de San lo instauró para sacarle un poco lo trágico.

Y así fue que sucedió…