Hace un par de años leía a Bernhar Schlink y su famosa obra El Lector, de la cual se hizo una película, que consagró a Kate Winslet como mejor actriz en los premios Oscar. Al inicio del capítulo 9 me marcó esta reflexión, probablemente como todo, no es la verdad absoluta, pero en ese entonces me sentí identificada, y en éstos días tuve el mismo sentimiento de empatía. Aquí se los dejo, a ver que sensaciones produce:
¿Por qué me pongo tan triste cuando pienso en aquellos días? ¿Será que añoro la felicidad pasada? ¿O será por lo que descubrí más tarde, por la sombra que ese descubrimiento tardío arroja sobre aquellos días del pasado?
¿Por qué? ¿Por qué lo que fue hermoso, cuando miramos atrás, se nos vuelve quebradizo al saber que ocultaba verdades amargas? ¿Por qué se oscurece el recuerdo de unos años felices de matrimonio cuando nos enteramos de que el otro tuvo un amante durante todo ese tiempo? ¿Acaso porque en semejante situación no se puede ser feliz? Y, sin embargo, ¡éramos felices! A veces un final doloroso hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada. A lo mejor es que la única felicidad verdadera es que la dura para siempre. Porque sólo puede tener un final doloroso lo que ya era doloroso de por sí, aunque no fuerámos conscientes de ello, aunque lo ignorásemos. Pero un dolor incosciente o ignorado ¿es dolor?
El fin de semana vi una película francesa, L'arnacoeur (Heartbreaker en inglés, muy recomendada). La misma comienza (spoiler alert) "Hay tres tipos de mujeres casadas: 1) Las felices. 2) Las infelices que viven resignadas. 3) Las infelices, pero que no lo saben.
ResponderEliminar"Si un árbol cae en el medio del bosque, y nadie lo rodea ¿Hace ruido?" La alegría prestada, es mejor que ninguna alegría, Lady Lu. Hoy, más viejo y amargo, estoy favor de la alegría, aunque sea temporal, porque la amargura nos toca igual de vez en cuando, y es mejor tener recuerdos de alegrías, aunque sean pasajeras, que vivir de sólamente de amarguras.