Hay días en que pareciera estar dentro de aquel cuento de Charles Dickens, y soy un Ebenezer Scrooge, a quién ciertas situaciones le traen a la memoria el pasado, la forma en que actuamos o en que simplemente no lo hicimos, ya sea por orgullo, miedo o egoísmo.
Las personas no cambian me han repetido hasta el hartazgo, entonces podrían explicarme, ¿por qué experimento cambios sustanciales en mí?
No siempre se puede rectificar lo hecho, los proverbios lo han proclamado desde siempre, hay cosas que no pueden volver atrás, y una vez que lo echaste a perder sólo te queda la esperanza de no volverlo a cometer, sin que haya ningún tipo de garantía al respecto.
Me encuentro en un período de liberación, una transición de crisálida a mariposa, al menos eso deseo, y en este proceso agudizo el olfato al momento de elegir las personas quienes estarán cerca de mí en este transe.
Admito que soy bastante elitista, pero menos radical ahora, empero, esta selección es fundamental porque necesito gente que alimente mi espíritu, que fortalezca mis ansias de viajar más ligero, que me empuje a dejar atrás los vicios y las manías, y se produzca ese gran acontecimiento similar a la caída del muro de Berlín.
Cuando una ficha cae, el efecto dominó es inevitable, ante eso la mejor idea me pareció que era ignorar, callar, y no hubo momentos volcánicos, la procesión siempre fue por dentro hasta que el Caballero de las Sombras sobrepasó mis límites y me sacó a fuerza de mi letargo autoimpuesto.
Las emociones me poseyeron y fue un como un Tsunami que arrastró todo a su paso, no supe manejarlo y me herí a mí misma, a quienes quiero, y sobre todo perdí aquello que más amo.
Sin dudas, para ganar algo se deben perder otras, y aunque los vacíos que te dejan las pérdidas no se pueden llenar con nada, es gratificante toparme con personas que me hacen sentir bien, que sin imaginarlo impulsan las velas de esta embarcación.
Las experiencias aportan algo, de una forma dolorosísima a veces, pero aún así, es mejor vivirlas a limitarse a ser meros espectadores de este gran montaje que es la vida.
Gracias a esos que amplían mi horizonte cada día y no dejan que me pierda de las vistas increíbles que ofrece el camino.
Las personas no cambian me han repetido hasta el hartazgo, entonces podrían explicarme, ¿por qué experimento cambios sustanciales en mí?
No siempre se puede rectificar lo hecho, los proverbios lo han proclamado desde siempre, hay cosas que no pueden volver atrás, y una vez que lo echaste a perder sólo te queda la esperanza de no volverlo a cometer, sin que haya ningún tipo de garantía al respecto.
Me encuentro en un período de liberación, una transición de crisálida a mariposa, al menos eso deseo, y en este proceso agudizo el olfato al momento de elegir las personas quienes estarán cerca de mí en este transe.
Admito que soy bastante elitista, pero menos radical ahora, empero, esta selección es fundamental porque necesito gente que alimente mi espíritu, que fortalezca mis ansias de viajar más ligero, que me empuje a dejar atrás los vicios y las manías, y se produzca ese gran acontecimiento similar a la caída del muro de Berlín.
Cuando una ficha cae, el efecto dominó es inevitable, ante eso la mejor idea me pareció que era ignorar, callar, y no hubo momentos volcánicos, la procesión siempre fue por dentro hasta que el Caballero de las Sombras sobrepasó mis límites y me sacó a fuerza de mi letargo autoimpuesto.
Las emociones me poseyeron y fue un como un Tsunami que arrastró todo a su paso, no supe manejarlo y me herí a mí misma, a quienes quiero, y sobre todo perdí aquello que más amo.
Sin dudas, para ganar algo se deben perder otras, y aunque los vacíos que te dejan las pérdidas no se pueden llenar con nada, es gratificante toparme con personas que me hacen sentir bien, que sin imaginarlo impulsan las velas de esta embarcación.
Las experiencias aportan algo, de una forma dolorosísima a veces, pero aún así, es mejor vivirlas a limitarse a ser meros espectadores de este gran montaje que es la vida.
Gracias a esos que amplían mi horizonte cada día y no dejan que me pierda de las vistas increíbles que ofrece el camino.